Me encantan las pequeñas panaderías de Nueva York, son lindas y bien conservadas, lugares perfectos para relajarse y un dulce regalo.
Todo comenzó en 2003 con dos amigos de la escuela de negocios que compartieron un gusto por lo dulce y un sueño común de hornear. 15 años después, hornean todos sus productos en el lugar, llenando las tiendas al estilo de la década del 40 con los deliciosos olores de pasteles y tartas frescas, para traer esa deliciosa y cálida sensación de la cocina de la abuela.
Este lugar le da un giro único a sus creaciones, por lo que definitivamente es una parada obligada para cualquier viaje a la ciudad de Nueva York.
I love New York little bakery shops, they are cute and well curate, perfect spots for relaxation and a sweet treat.
It all began in 2003 with two friends from business school who shared a sweet tooth and a dream of baking. 15 years later, they bake all of their products on-site, filling te 1940s-style stores with the delicious smells of fresh cakes and pies to bring back that delightful, warm feeling of Grandma’s kitchen.
This place gives a unique twists to its creations, so it is definitely a must go stop for any New York city trip.